viernes, 11 de mayo de 2007

Leo en el avión...

(…) toda actividad poética se alimenta de la historia, quiero decir: del lenguaje, las realidades, los mitos y las imágenes de su tiempo. Y asimismo, que el poeta tiende a disolver o trascender la mera sucesión histórica. Cada poema es una tentativa por resolver la oposición entre historia y poesía, en beneficio de la segunda. El poeta aspira siempre a substraerse de la tiranía de la historia, aun cuando se identifique con su sociedad y participe en lo que llaman “la corriente de la época”, extremo cada vez menos imaginable en el mundo moderno. Todas las grandes tentativas poéticas –desde la fórmula mágica y el poema épico hasta la escritura automática- pretenden hacer del poema un sitio de reconciliación entre historia y poesía, entre el hecho y el mito, la frase coloquial y la imagen, la fecha irrepetible y la fiesta, fecha viva, dotada de secreta fertilidad, que vuelve siempre para inaugurar un tiempo nuevo. La naturaleza del poema es análoga a la de la fiesta, que si es una fecha del calendario también es ruptura de la sucesión e irrupción de un presenta que vuelve periódicamente y que no tiene ayer ni mañana. Todo poema es una fiesta: un precipitado de tiempo puro.

Octavio Paz, México, 1950.

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