sábado, 7 de julio de 2007

San Juan Chamula

Dicen que las velas son el alimento de dios. Las velas y el copal. Y, como en toda América, no se puede conversar con dios sin darle algo de comer, o algún refresco (sino, porque abría él de escucharnos…) Hay, entonces, más de tres mil velas encendidas. El olor de la cera caliente impregna el aire, las palabras. Los santos están sobre pequeñas tarimas, a la altura de las personas, al alcance de sus manos y de sus iras y decepciones, todos en fila contra la pared. En la iglesia de San Juan Chamula cada cual conversa con su santo favorito cara a cara, sin alzar los ojos ni la cabeza. No hay en la nave central ni bancas ni púlpitos ni confesionarios. El piso está cubierto por finas hojas de pino, en las que se hacen pequeños claros para prender las velas, pegadas al suelo. En el altar mayor, cuya estructura de madera dorada han sacado y puesto a un costado, el cristo está abajo, a la izquierda. En el centro está San Juan Bautista, de quien son devotos los tzotziles. Le han partido la madre a más de un cura celoso del dogma que quiso poner las cosas en su lugar. La iglesia de los Chamulas es famosa por la interminable lista de sacrilegios que allí se cometen. El chofer que nos trae de regreso nos pregunta si entramos al templo. Si, contesté... Ah –dice- puro ídolo ahí adentro… Lo que es seguro es que en la iglesia de San Juan Chamula, viven cosas que ya existían mucho antes de que el primer curita con su espada y con su cruz pisara América.

3 comentarios:

EL COLECTIVO dijo...

presiento que todo esto va a formar parte de un libro que comercializaran entre los sudacas del sur.
Osvaldo

Alejandro dijo...

Qué maravilla volver a tener noticias de ustedes. Que estén viajando. Acá Josué nació el 28 de junio, con una de las primeras y muy esperadas tormentas en Colima. Hasta sacó rayos. Pero es un ángel si lo juzgamos por el temperamento hasta ahora manifestado. Come y duerme cada cuatro horas, y sólo de vez en vez le echa una ojeada´, casi siempre muy apacible, al mundo. Los tamarindos muy floreados, repletos de abejas y colibríes entre los micropétalos amarillos. Los cafetos también, con la primera lluvia, se nevaron, y digo así porque en el caso del café los pétalos son blancos, aunque las flores duran apenas de un día. De todas formas, aunque fuera por 24 horas escasas, también se llenaron de abejas, aunque no de colibríes, que siguieron prefiriendo el tamarindo. Y a propósito de blanco, el ombligo de Josué lo enterraremos al pie del árbol que ya le plantamos, un zapote... blanco. El de Iván es un zapote chico. Saludos muchos, Alejandro.

¿Oye Javier, Milenio Colima podría hacer uso, respetando los debidos créditos, algunas de las entradas de tu Cuadernito Azteca? Pero sobre todo, sigan disfrutando su viaje, que es toda la vida. No en balde se escriben con la misma letra. AM.

ombligolunar dijo...

yo fui testigo en san juan chamula. donde una gallina blanca representa falta de salud, y mirá que es dificil conseguir una gallina blanca.