lunes, 16 de julio de 2007

En Oventic

Oventic es una sola calle que desciende hasta un pequeño claro desde donde se mira el mundo, siempre allá arriba, atrás los cerros de pinos, adelante la carretera. En Oventic pedimos permiso a las dos mujeres encapuchadas que cuidan la puerta para conocer el Caracol. Nos dicen que sí, pasamos a la comisión de vigilancia. En vigilancia toman nuestros datos y nos envían con la comisión de información. En información nos reciben dos compañeros, hombre y mujer con pasamontañas. A nuestras espaldas quedan una bandera del MST de Brasil y una estampita de la virgen de Guadalupe con pañuelo cubriendole la cara y otra de un cristo con la cruz al hombro y pasamontañas. La mujer permanecerá callada todo el tiempo, con las manos entrelazadas sobre el escritorio, jugando bajo la mesa con las sandalias de plástico… no habla una palabra de castellano. El compa es el que nos dice que ya llevan más de 20 años de organización y 13 de nuestro levantamiento armado, que su lucha es contra el mal gobierno y por democracia, libertad y justicia, y que están dispuestos a morir para cuidar lo que han logrado. El compa habla un español recién aprendido, repleto de giros y conjugaciones erróneas y, a veces, bellísimas. Pedimos autorización para conocer la escuela y la clínica que funcionan en el Caracol, nos envían con la Junta de Buen Gobierno. La Junta nos recibe con un enorme cuadro de Marcos sobre sus cabezas.
Calle abajo en el caracol todas las paredes hablan con una belleza indescriptible. Milicianas y Zapatas, cheguevaras, fusiles y mazorcas, pasamontañas, flores y banderas. Un aula de la escuela tiene un mural enorme con el rostro de Flores Magón; en otra, bajo la cara de Zapata, dice “aquí no te enterramos, aquí te sembramos, mi General”. Todo un pequeño estallido de color, autogestión y libertad en Oventic, mirando siempre hacia arriba, al camino que serpentea hacia quien sabe donde, y de espalda, siempre, a Los Pinos.

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