lunes, 23 de julio de 2007

Fin del cuadernito. El viajero regresa a casa, caminito del sur… lleva mezcal y tequila, algunos libros, un par de historias… espera encontrar el fuego prendido, la carne lista, el vino en la mesa. Salud a todos, gracias por la paciencia, nos vemos por ahí, en algún recodo del camino…

Las dudas del exilio

Jorge tiene 25 años de vivir en México y más de diez que no va a la Argentina. Nos juntamos a charlar y todo quiere saber, todo pregunta. Después de la segunda chela nos avocamos, en una conversación que sube cada vez más de tono y que acompañamos con grandes ademanes, a desentrañar los grandes problemas nacionales. En un momento Jorge menciona al innombrable, Carlos I de Anillaco, Mendez, pues. Me inquieto en mi silla. Jorge sigue hablando y lo menciona otra vez, y una tercera. Poseído de un reverendo temor le pido que no lo vuelva a nombrar, que trae mala suerte y produce catástrofes su sola mención. Jorge me mira incrédulo. A los 5 minutos se corta la luz en todo el edificio. Nunca se corta la luz en este edificio, reconoce Jorge.

México, Tlatelolco


Para todos la luz

No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la Tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder. Nosotros nacimos en la noche, en ella vivimos, moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quien es regalo la muerte, para quien está prohibida la vida. Para todos la luz, para todos todo. Para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros nada…

La rama dura del zapatismo...


Epocas

Dice Horacio González que una época es, entre otras cosas, un conjunto de nombres, de nombres propios, de lugares, de personas, de accidentes geográficos, de fechas. Ese conjunto de nombres que conforman una época (digamos: Moncada, Fidel, Sierra Maestra; o también: Beatles, Liverpool, Ringo) se extiende más allá de los lugares y hombres que le dieron origen. Como un eco persistente o la luz de las estrellas muertas, sus efectos perduran y se alargan en el tiempo. Andando Chiapas, uno tiene la sensación de estar caminando una constelación de nombres que arman una otra época: Ocosingo, Ramona, 17 de Noviembre, Altamirano, Morelia, Marcos, Junta de Buen Gobierno, 1 de enero, San Cristóbal, 1994… Ahí están, en carteles y remeras, suelo que se puede mirar, horizonte abierto para el que busca y camina.

¿Libros o alpargatas?

Viejo problema entre el intelectual y la militancia de base, en cualquier parte del mundo, reeditada en las calles de San Cristobal de las Casas...

El modo de los compas

Hay un modo, no? un modo distinto, un otro modo que es el modo de los compas. Ya de por sí aquí es otro modo pero parece que los compas tienen el suyo particular, forjado en estos años de ir y venir y de tener que cuidarse. El compa es callado, pura reserva, no hace gritos ni grandes espamentos, sino que más bien escucha y mira, callado. El compa es discreto, no pregunta ni responde más allá de lo que le parece atinado, que es bien poco, porque ese es su modo. Un compa jamás le va a faltar al respeto a una compañera o a una mujer cualquiera. Los compas tienen su tiempo, trabajan y comen y descansan a su tiempo y claro, su tiempo es callado, pues, como los compas.
En Morelia, también conocido como El corazón del arcoiris de la esperanza, hay gran agitación en estos días por que están preparando el II Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo. En uno o dos días se levantan dormitorios enteros, y comedores y letrinas y escenarios. Día a día llegan grupos de distintas comunidades pertenecientes a varios municipios autónomos a hacer su trabajo en el Caracol. Caminan en fila por las laberinticas calles y cuando por el camino se cruzan con un grupo de otra comunidad, se detienen tantito, las dos filas muy juntas y enfrentadas, y van pasando y saludándose y dándose la mano. Uno por uno, como en el futbol.

lunes, 16 de julio de 2007

En el Mercado de Altamirano

Chiapas es uno de los estados con mayor población indígena de la Federación, aquí se hablan decenas de lenguas. En las ciudades y los pueblos, en los jardines, en el camión y en los baños, los chiapanecos hablan un mínimo de castellano, el que les permite sobrevivir y manejarse entre una minoría de hispano parlantes que detentan el poder y el dinero (entre estos últimos, obviamente, los turistas), y un máximo de su lengua materna (tzotzil, chol, tojolabal, etc.), para la cual reservan, supongo, la poesía y la filosofía, pero también, el humor y el sarcasmo. Me ha pasado todo el tiempo, en todos lados: preguntás algo, te contestan y enseguida giran la cabeza y hacen un comentario con la persona que está al lado, que para mí resulta inentendible, pero que a ellos los hace reír por varios minutos.
En Altamirano, camino del Caracol de Morelia, entendí, por primera vez, uno de esos chistes. Tenemos que esperar media hora el camión de la Junta que nos lleve y vamos hasta el mercado, en busca de un baño y un café. Llevo una mochila gigante sobre la espalda y otra apenas más chica en el pecho. Me cuesta caminar, transpiro ríos, me falta el aire. Me dice “buenos días” un hombre que vende verduras, y en seguida se da vuelta hacía su compañero y dice varias palabras, de las que entiendo solo dos: güero mula.

(Por si vale la aclaración, en México somos estrictamente güeros los rubios, pero también, en general, cualquier persona que no sea indígena)

En Oventic

Oventic es una sola calle que desciende hasta un pequeño claro desde donde se mira el mundo, siempre allá arriba, atrás los cerros de pinos, adelante la carretera. En Oventic pedimos permiso a las dos mujeres encapuchadas que cuidan la puerta para conocer el Caracol. Nos dicen que sí, pasamos a la comisión de vigilancia. En vigilancia toman nuestros datos y nos envían con la comisión de información. En información nos reciben dos compañeros, hombre y mujer con pasamontañas. A nuestras espaldas quedan una bandera del MST de Brasil y una estampita de la virgen de Guadalupe con pañuelo cubriendole la cara y otra de un cristo con la cruz al hombro y pasamontañas. La mujer permanecerá callada todo el tiempo, con las manos entrelazadas sobre el escritorio, jugando bajo la mesa con las sandalias de plástico… no habla una palabra de castellano. El compa es el que nos dice que ya llevan más de 20 años de organización y 13 de nuestro levantamiento armado, que su lucha es contra el mal gobierno y por democracia, libertad y justicia, y que están dispuestos a morir para cuidar lo que han logrado. El compa habla un español recién aprendido, repleto de giros y conjugaciones erróneas y, a veces, bellísimas. Pedimos autorización para conocer la escuela y la clínica que funcionan en el Caracol, nos envían con la Junta de Buen Gobierno. La Junta nos recibe con un enorme cuadro de Marcos sobre sus cabezas.
Calle abajo en el caracol todas las paredes hablan con una belleza indescriptible. Milicianas y Zapatas, cheguevaras, fusiles y mazorcas, pasamontañas, flores y banderas. Un aula de la escuela tiene un mural enorme con el rostro de Flores Magón; en otra, bajo la cara de Zapata, dice “aquí no te enterramos, aquí te sembramos, mi General”. Todo un pequeño estallido de color, autogestión y libertad en Oventic, mirando siempre hacia arriba, al camino que serpentea hacia quien sabe donde, y de espalda, siempre, a Los Pinos.

lunes, 9 de julio de 2007

Guerra en el paraiso

“Los matarían” te decías, mirando que no entendían que les negaras su decisión, que tu les cerraras el camino al valor, a la lucha en ese mismo instante. “Los matarían”, te decías, mientras asomaba en ellos la duda, mientras los veías como niños indefensos, ciegos en la muerte que los cubría, que los engañaba. Y sentías dolor por ese desconcierto de no aceptarlos en ese mismo momento, en esa misma noche de reclamo. Estaban aun en Atoyac los asesinos, los muertos velándose, la sangre en la plaza. Y estaban ellos ante ti, dolidos, desconcertados, queriendo salir, reparar, invadir con su fuerza las calles y encontrarlos, destrozarlos, triunfar en esa misma noche. “Los matarían”, te repetías viendo a los hombres. Y la muerte era la única que ahí te entendía, la única sombra, la única presencia que se desplegaba ante ti y que te hacía madurar la prisa, el cuidado, la idea concreta de los que en esa noche querían llamar a la muerte.

Guerra en el paraiso
Carlos Montemayor

sábado, 7 de julio de 2007

San Juan Chamula

Dicen que las velas son el alimento de dios. Las velas y el copal. Y, como en toda América, no se puede conversar con dios sin darle algo de comer, o algún refresco (sino, porque abría él de escucharnos…) Hay, entonces, más de tres mil velas encendidas. El olor de la cera caliente impregna el aire, las palabras. Los santos están sobre pequeñas tarimas, a la altura de las personas, al alcance de sus manos y de sus iras y decepciones, todos en fila contra la pared. En la iglesia de San Juan Chamula cada cual conversa con su santo favorito cara a cara, sin alzar los ojos ni la cabeza. No hay en la nave central ni bancas ni púlpitos ni confesionarios. El piso está cubierto por finas hojas de pino, en las que se hacen pequeños claros para prender las velas, pegadas al suelo. En el altar mayor, cuya estructura de madera dorada han sacado y puesto a un costado, el cristo está abajo, a la izquierda. En el centro está San Juan Bautista, de quien son devotos los tzotziles. Le han partido la madre a más de un cura celoso del dogma que quiso poner las cosas en su lugar. La iglesia de los Chamulas es famosa por la interminable lista de sacrilegios que allí se cometen. El chofer que nos trae de regreso nos pregunta si entramos al templo. Si, contesté... Ah –dice- puro ídolo ahí adentro… Lo que es seguro es que en la iglesia de San Juan Chamula, viven cosas que ya existían mucho antes de que el primer curita con su espada y con su cruz pisara América.

Panajachel, Lago de Atitlan, Guatemala

Aventurándose en el lago de Atitlan, y de fondo uno de los tres volcanes que rodean el lago… de hecho dicen que el lago es un volcán que se hundió y que no se le encontró, aún, el punto más profundo, y que en el centro, hacía abajo, hay mas de tres mil metros de agua y agua y agua sin fin.

viernes, 6 de julio de 2007

Fotos atrasadas...

comiendo el auténtico mole poblano: chocolate, más chile, más chile, más chile y otros 40 ingredientes más...














En Monte Alban, ciudad zapoteca de mas de 800 años














hermoso crraneo con incrustaciones de piedra, en el museo del INAH en Oaxaca.















Antigua Guatemala con volcán de fondo...

jueves, 5 de julio de 2007

Duelo nacional

Hace algunas semanas la selección de fútbol mexicano perdió contra la de Estados Unidos… Nos indignamos severamente, claro, pero no podemos dejar de reirnos con algunos titulares de la prensa…



El dolor que se repite...


Hugo Sanchez es el técnico, y su fracazo es peor que el de un diplomático...


...y este es sin dudas mi favorito


Camiones de Guatemala

Los colectivos guatemaltecos... hermosos por fuera, diminutos por dentro, con un sistema de audio de altísimo volumen cumbiero, sin amortiguación, velocísimos en las curvas, con un chofer siempre mustio y afecto al vértigo (al nuestro), y un voletero que te repite cuantas veces sea necesario el destino del viaje, pero abreviado : si vas a Guatemala grita guate, guate, guate… y pana, pana, pana…si vas a Panajachel.




miércoles, 4 de julio de 2007

Cactus


Para mi hermano Gustavo, que le gustan los cactus... el patio de un ex convento en Oaxaca, ahora museo del INAH convertido en un jardín de cactus, puros cactus, de todas las variedades posibles, que en México son muchas.

Popol Vuj

Este es el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo estaba en calma y en silencio; todo estaba inmóvil, todo tranquilo, y vacía la inmensidad de los cielos.
Esta es, pues, la primera palabra y el primer relato. No había aún un solo hombre, un solo animal; no había pájaros, peces, cangrejos, bosques, piedras, barrancas, hondonadas, hierbas ni sotos; sólo el cielo existía.
La faz de la tierra no se manifestaba todavía; sólo el mar apacible y todo el espacio de los cielos.
No había nada que formara cuerpo; nada que se asiese a otra cosa; nada que se moviera, que produjese el más leve roce, que hiciese (el menor) ruido en el cielo.
No había nada erguido. (No había) sino las tranquilas aguas; sino el mar en calma y solo, dentro de sus límites, pues no había nada que existiera.
No había más que la inmovilidad y el silencio en las tinieblas, en la noche. Estaba también solo El Creador, El Formador, El Domador, El Serpiente cubierta de Plumas. Los que engendran, los que dan la vida, están sobre el agua como una luz creciente.

martes, 3 de julio de 2007

El Quiché

Uno tiene una cara, no? Y en esa cara va la historia, la de ese día, la de la anterior noche sin dormir, el golpe contra el cantero a los 7 años, la nariz como la de tu viejo, las orejas del abuelo y así… toda una vida y muchas vidas en la cara. Pero hay caras que cuentan una historia que no es personal, que no puede terminarse con una muerte ni con muchas, que no empezó con ningún nacimiento, en ningún momento. Son caras hechas de piedra o de tierra o de de lava, caras que no pertenecen a una persona ni a nadie, que tienen más tiempo que el tiempo mismo. El rostro de la persona que en el códice de 700 años sostiene el jade y las plumas de quetzal es el mismo que ahora teje o vende muñecos en la calle, o siembra el maíz y el frijol, o maneja un trailer o enseña en una escuela. Son rostros oscuros, de nariz ancha y labios tercos, de abismales y pequeños ojos negros, de sonrisa ladina. En Guatemala la nación maya se mantiene victoriosa, irreverente, con amplia sonrisa desdentada mira la tierra, sin más miseria que la que le han impuesto, sin más castellano que el que le han obligado a hablar.

domingo, 1 de julio de 2007

Alguna vez en la vida...

Tenemos un juego, enumerar los oficios que nos gustaría tener alguna vez en la vida. En el DF, una amiga nos cuenta uno que tuvo su padre hace muchos años y que automáticamente pasó a estar entre los primeros de mi lista... lavacopas en un burdel en Tijuana.